En este contexto, Europa parece presentar dos caras. Por un lado, Europa del Norte y Occidental cuentan con las condiciones adecuadas para llevar a cabo su política de investigación e innovación y el sector se encuentra en una fase de concentración. Esta etapa no necesariamente genera empleo y es más probable que sea un paso previo hacia la «subcontratación» de los países de Europa Oriental y Meridional.
Italia, por su parte, ocupa un lugar particular. Después de haber pasado por una grave crisis en la década de 1990 (devaluación competitiva de la lira y reestructuración de numerosas empresas), su industria textil, aunque perjudicada por los significativos costes laborales y energéticos, se dirige ahora hacia los mercados de mayor valor agregado, como el mercado de lujo. Así, Como sigue siendo la cuna de la creación, el estilo y la innovación estética en torno a textiles tales como los tejidos técnicos. Biella, un lugar destacado para esta industria, cuenta con una red de empresas especializadas en tejidos técnicos para la industria náutica (yates y embarcaciones) y automotriz. En cuanto a Prato, en la Toscana, se ha convertido en un centro de producción, donde las empresas de ropa de baja y mediana gama (« moda rápida ») son ahora propiedad de los empresarios chinos. Estos fabrican artículos « Made in Italy » en condiciones « Made in China »: los trabajadores son chinos y trabajan en condiciones muy duras (horas de trabajo, salarios). Por ejemplo, el coste de confeccionar un par de pantalones es € 8,5, el de un top de mujer, € 4. Los ingresos de este sector en 2011 alcanzaron los casi 2000 millones de euros (estimación de NPR).
Desde 2011, la industria textil española ha repatriado el 15% de su producción de China, donde había estado durante los últimos veinte años. La reducción de los diferenciales de costes salariales entre España y China, la apreciación del yuan y los diversos derechos de aduana explican esta tendencia. Más aún, estos retornos fueron acompañados por ayudas del gobierno. Con precios atractivos y empeño en la innovación, la producción textil española (aparte de la confección) incrementó un 2,3 % en el primer semestre de 2013
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