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La banca se ha plantado ante las empresas y está apretando más, si cabe, las tuercas a la gran industria para refinanciar su deuda. Las medidas ahora son mucho más drásticas, lo que está obligando a que presenten preconcursos y concursos de acreedores para ampliar los plazos de negociación y evitar la quiebra. La crisis golpea a las marcas históricas.

Entre las decisiones que las entidades están reclamando son significativos los expedientes de regulación de empleo (ERE) y un cambio radical en sus modelos de negocio. La situación, en algunos casos, ni siquiera es posible. Su deterioro es tal y las previsiones tan pesimistas que los bancos están cortando la denominada patada para adelante desde que el Banco de España endureció las provisiones para préstamos refinanciados en abril.

Por primer vez en la crisis los problemas se han agudizado en compañías con renombre y de un tamaño relevante. Ya no sólo afectan a las inmobiliarias y a las pymes. El tejido industrial de este país se encuentra en una encrucijada. O se produce una reconversión profunda o muere.

En lo que llevamos de año, varios grupos de mediano y gran tamaño han tenido que solicitar este periodo de gracia para ampliar el periodo de conversaciones con las entidades tras la negativa de suscribir unas nuevas condiciones para las líneas crediticias. Al tiempo han anunciado importes recortes de trabajadores, que en algunos casos llegan a práctica totalidad de las plantillas, como en el caso de la cántabra Sniace.

Las firmas afectadas abarcan buena parte de los sectores de actividad económica y dan empleo a casi 30.000 trabajadores. Su deuda sobrepasa los 15.000 millones. Y no toda es bancaria. Deben dinero a proveedores, Administraciones, personal, etc., con lo que puede arrastrar a otras al abismo.

«Ahora no podemos mantener artificialmente a muertos para que vivan como hemos hecho en los últimos años», sostienen en distintas entidades. «Ante el Banco de España ya no cuela» después de los nuevos criterios sobre préstamos refinanciados o reestructurados. Desde ahora si el regulador ve poco viable una empresa te obliga a considerarla como dudoso subjetivo, con lo que en el plazo de un año tienes que dotar toda la deuda. De manera inmediata un 25 por ciento. En el caso de que su situación no sea tan delicada el regulador reclama una provisión de un 15 por ciento.

Por tanto, en el sector financiero sostienen que «se acabó la fiesta». «No es posible ser suave con empresas sin un negocio claro en pie para que al cabo de un tiempo estallen», añaden.

En principio, según las cifras adelantadas por el Ministerio de Economía esta semana, el efecto del endurecimiento de las provisiones para este tipo de créditos alcanza este año los 5.000 millones. El impacto del próximo aún se desconoce.

No todas las empresas están abocadas al fracaso. Si cumplen con las exigencias de la banca y hacer importantes esfuerzos su estado puede reconducirse. Pueden conseguir financiación adicional, no sin antes haber llevado a cabo los despidos correspondientes y la venta de activos.

Los salvados, una excepción

Hasta ahora muy pocas han conseguido el visto bueno de los principales acreedores para evitar la antigua suspensión de pagos. Una de las compañías más importantes, el Corte Inglés, es una de ellas. Ni siquiera ha tenido que aplazar las negociaciones ni haber tenido que reclamar el preconcurso ni tampoco haber llevado a cabo un ERE. Por contra se ha tenido que desprender de activos, como diversos inmuebles, de su sociedad financiera, y de no haber llevado a cabo renovaciones de contrato en los últimos años a un total de 12.000 trabajadores.

En la lista de refinanciaciones en marcha, todavía sin apuros, es elevada. Los vencimientos de la revisión de contratos expiran en buena parte del tejido industrial en este trimestre y en el primer semestre de 2014. Desde Amper hasta NH Hoteles tendrán que enfrentarse a la prueba de la banca. También importantes constructoras e inmobiliarias, desde Realia -que ha logrado retrasar varias veces la negociación- hasta FCC.

Las líneas básicas de la reconversión están sobre la mesa y supondrán una gran oleada de concursos de acreedores de gran importancia, más grande incluso que el vendaval de 2008-2009 en el sector inmobiliario, que engordará las listas del paro en pleno inicio de la recuperación de la economía española y confianza de los mercados.